Título: Rapto de Europa
Autor: Tiziano
Fecha: 1559-62
Dimensiones: 185 X 205 cm
Material: Óleo
Estilo: Renacimiento
Título: Rapto de Europa
Autor: Rembrandt
Fecha: 1632
Dimensiones: 62,2 X 77 cm
Material: Óleo
Estilo: Barroco
A
lo largo de los tiempos, muchos relatos mitológicos han sido llevados al lienzo.
Tiziano, Rubens, Veronese, Rembrandt, Goya, Boucher, Moureau o Botero, entre
otros, también lo hicieron con Europa[1], hija de los reyes de
Tiro, a la que un día Zeus, transformado en un toro blanco, secuestró. Todos
ellos captaron con sus pinceles el momento del rapto, pues, no en balde, las
obras que abordan asuntos de este cariz suelen recoger el trance dramático en
el cual las víctimas son objeto de la crueldad divina.De
las numerosas pinturas que hacen referencia al rapto de Europa, me centraré en
dos: una de Tiziano (1562) y otra de Rembrandt, fechada en el año 1632. Ambas
captan la misma secuencia de la historia, es decir, cuando Zeus se adentra en
el mar con la princesa subida en el lomo, quizá porque es el instante con mayor
tensión dramática y, en consecuencia, el que tendrá mayor impacto emocional en
todo aquel que en su día contemple la obra. Sin embargo, esta coincidencia no
impide que la interpretación que ambos hacen de este asunto sea diferente.En
primer lugar, tenemos la dispar dimensión de los lienzos, el óleo de Tiziano
casi triplica las medidas del cuadro de Rembrandt, esta peculiaridad influirá
en la composición de la obra pero, en modo alguno, condicionará el mérito o
demérito del resultado.Tiziano
sitúa al toro y a la joven en un primer plano en diagonal desplazado a la
derecha. Ella va tendida de espaldas sobre el lomo del animal mirando hacia
arriba, con una mano se agarra a un cuerno y con la otra agita al viento un
velo anaranjado que imprime a la escena una sensación de movimiento. Viste una
túnica clásica de color blanco que deja al descubierto parte de su cuerpo, esto
junto al hecho de tener las piernas abiertas hace que su figura transmita una gran
sensualidad. Asimismo, en su rostro queda reflejada la resistencia que ofrece al
acto violento de que es víctima. Sus compañeras, situadas en un plano bastante
distanciado, contemplan sorprendidas el rapto desde la orilla. Con esta lejana
ubicación es como si el autor pretendiera que no se le reste protagonismo al
personaje principal, cuya figura se agiganta con respecto a la de sus amigas,
pues parece que solo están ahí para dar sentido la escena representada. Las
muchachas que aparecen en el cuadro de Rembrandt, tanto Europa como sus
acompañantes, visten con recato indumentarias que se llevaban en la época en
que se pintó el cuadro. Europa, sentada a jamugas, léase con las piernas
descansando sobre el mismo costado del animal, se agarra al toro y, con la
cabeza vuelta hacia atrás, mira asustada a sus compañeras que se han quedado
atónitas en la orilla. Aunque el lance narrado es el mismo, la disposición de
las figuras es distinta a la del cuadro de Tiziano, todas aparecen situadas a
la misma distancia del observador. Europa y Zeus se ubican en la parte inferior
izquierda del lienzo y a su derecha, separadas por un trozo de mar, las
restantes acompañantes. Esta colocación hace que todas ellas tengan casi las
mismas dimensiones, algo que no ocurre en el lienzo de Tiziano, donde la
desproporción es muy acusada.En
cuanto a la representación de seres fabulosos, ninguno aparece en el cuadro de
Rembrandt, en cambio, en el de Tiziano, tres amorcillos dan un toque fantástico
a la escena. Dos vuelan sobre Europa y la miran desde arriba, otro, cabalgando
sobre un pez en el agua, lo hace desde abajo. Todos ellos, junto a las telas
agitadas por el viento, imprimen al conjunto una sensación de movimiento y
vida.En
ambas pinturas hay un claro predominio del paisaje, más, si cabe, en el
Rembrandt que en el Tiziano. Aunque los dos pintores comparten elementos
figurativos, gracias al empleo de los colores y al magistral manejo de la luz
crean atmósferas diferentes llenas de singular encanto. El italiano hace un uso
limitado de los colores con un claro predominio de los ocres. Incluso parte del
cielo participa también de este colorido, adaptándolo así al tono general
dominante en el lienzo. Sobre un fondo en el que no se han trazado los detalles,
una luz dorada envuelve toda la escena realzando los contrastes entre las zonas
de luz y sombra.Rembrandt
utiliza una gama cromática más variada (verdes, azules, amarillos, rojos…), sin
embargo, lo que más resalta de este cuadro es el genial tratamiento que el
autor da a la luz: baña con ella el tema central de la pintura para dirigir a
él la atención del observador. Con un cielo nuboso, por un claro abierto entre
las nubes, pasan los rayos del sol que funcionan como un foco que ilumina al
toro, a Europa y a sus acompañantes. Con este tipo de iluminación jerarquiza a
unos personajes sobre los otros y pone de manifiesto sus expresiones y gestos,
creando al mismo tiempo un acentuado contraste entre luz y oscuridad.En
la pintura del holandés los contornos de los elementos compositivos (figuras,
ciudades, árboles, carro, caballos…) están
muy acentuados; en cambio, en el lienzo del italiano no existe tal remarcado, sino
que se aprecia un claro predominio de la pintura sobre el dibujo, parece como
si los perfiles hubiesen sido borrados por el pincel. Para
concluir, solo me queda reseñar que ambos autores manifiestan en sus pinturas
dos maneras diferentes de representar una misma historia. Mientras una irradia
calidez sensual, la otra, en cambio, crea una atmósfera fascinante con su juego
de luces y sombras. En definitiva, dos formas de entender y narrar un
acontecimiento con genialidad y maestría.
[1]
Europa
era la bella hija de Agenor y Telefasa, reyes de Tiro. Un día Zeus la vio
cuando estaba jugando con sus compañeras en la playa de Sidón, o de Tiro.
Inflamado de amor por su belleza, se metamorfoseó en un toro blanco. Con esta
forma, fue a tenderse a los pies de la doncella. Esta, asustada al principio,
va cobrando ánimo, acariciando al animal y acaba por sentarse en su espalda.
Enseguida, el toro se levanta y se lanza hacia el mar. A pesar de los gritos de
Europa, que se aferra a sus cuernos, se adentra en las olas y se aleja de la
orilla; de este modo llegan los dos a Creta. Europa dio tres hijos a Zeus,
después la casó con el rey de Creta, Asterión, y como no tuvo hijos, adoptó a
los de Zeus. A su muerte, Europa recibió honores divinos.
¡Cuanto tiempo...................!
ResponderEliminarMe alegro de verte por aquí: ¡BIENVENIDO!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarUn fenomenal artículo sobre uno de los episodio mitológicos más representados el suyo de hoy, después de tanto tiempo.
ResponderEliminarUn saludo.
Que inteesante historia, también los dioses eran ladrones de mujeres, no conocía esta leyenda, gracias por transmitirla. Y que belleza las pinturas, grandes hombres que supieron plasmar en colores la mitología.
ResponderEliminarmariarosa
Una muy documentada entrada. Gracias por ella.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminargracias por tu bello comentario querido amigo
EliminarMe alegro de verte. Una hermos y muy documentada entrada, amena e interesante.
ResponderEliminarUn abrazo.