viernes, 15 de junio de 2012

Lázaro de Tormes y otros pícaros de la modernidad II (lea antes la 1.ª parte)



La sociedad, conocedora de la calamitosa vida de Lázaro, el menguado botín obtenido con sus pillerías y, sobre todo, las razones que impulsan su comportamiento, no lo considera un delincuente y no insta a la justicia a que persiga sus fechorías. Es más, en muchos casos, sus víctimas suelen ser amos que lo explotan y lo tratan de forma despreciable, lo cual despierta cierta comprensión y hasta benevolencia para con él. En cambio, sus homólogos contemporáneos, sin escrúpulo ni miramiento alguno, engañan utilizando refinadas prácticas carentes de ética y moralidad. Como muchos son los perjudicados y cuantioso el importe de sus desmanes, grande es  el desprecio que promueven en la ciudadanía. A diferencia de Lázaro, que no constituye una amenaza para la sociedad, nuestros pícaros se han ganado el repudio y el rechazo de la misma, que urge a la justicia para que los persiga y condene por sus delitos, aunque dicho propósito diste mucho de verse cumplido.
La forma en que se nos revelan sus fechorías es bien diferente. Lázaro, sabedor de la insignificancia de sus trastadas, nos las cuenta él mismo; los otros, conocedores de la trascendencia de sus desmanes, callan.  Su privilegiada posición social hace que se consideren invulnerables pero, a veces, llega el momento en que lo oculto deja de serlo y su invulnerabilidad vulnerada, entonces negarán con tesón lo evidente.
Por último, ambos mudan de condición,  aunque de manera muy distinta. Lázaro consigue el cargo de pregonero gracias al arcipreste de la iglesia toledana de San Salvador, quien además le ofrece una casa y la oportunidad de casarse con una de sus criadas, con la finalidad de disipar los rumores que se ciernen sobre él, ya que era acusado de mantener una relación con ella. Sin embargo, tras la boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla por parte del pueblo. Lázaro pierde su honorabilidad para convertirse en pregonero porque, por fin, este empleo lo va a liberar de las zarpas de su fiel e inseparable compañera: el hambre. Sus homólogos también sacrificarán su reputación y prestigio por convertirse en amos de lo que dueño ya tenía y, con las rentas de semejante negocio,  llevar una vida aún más próspera y regalada.
Aquí detengo estas divagaciones, no porque se agotaran, sino por aquello de lo excelente de la brevedad.


lunes, 4 de junio de 2012

Lázaro de Tormes y otros pícaros de la modernidad I




El escrito de hoy versará sobre la novela picaresca titulada Vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, obra anónima publicada en el año 1554. En él intentaré establecer un paralelismo entre la figura del protagonista y el perfil de aquellos otros pícaros que tanto abundan en nuestro tiempo.
A lo largo de  mi vida, más de una vez me acerqué a los siete tratados de dispar extensión que componen la obra, pues, además de procurarme gran entretenimiento y diversión, nunca me separé de ellos sin haberme llevado valiosos conocimientos sobre la condición humana, ya que su lectura me mostró comportamientos de los que saqué aleccionadoras y provechosas enseñanzas.
Comencemos, pues, y comparemos a nuestro protagonista con algún pícaro de la modernidad, aunque prefiero que sea el lector el encargado de escoger a este último, pues seguro estoy de que no hallará dificultad para tal menester, por ser muchos los que prosperan en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
El protagonista de nuestra novela es un desventurado llamado Lázaro, hijo de padres sin honra, natural de Tejares (aldea salmantina a orillas del río Tormes), el cual cuenta  en primera persona su vida miserable desde que nació hasta que se casó en Toledo, de manera poco honorable, con la criada de un arcipreste. Su existencia está llena de privaciones, hambre, egoísmos, explotación, engaños, burlas. A causa de su origen, es persona sin oficio ni beneficio, sin caudales, sin letras. Será criado de muchos amos: sucesivamente servirá a un ciego, a un clérigo, a un escudero… Su vida será con los distintos amos una constante pelea por algo tan viejo como la vida misma: el hambre. Ella será el motivo que impulsará sus acciones, será la musa que inspirará sus mentiras, sus tretas, sus engaños y, en definitiva, todos sus actos. Los amos a los que sirve son sus antagonistas que, mediante sus comportamientos, obstaculizan los propósitos y acciones de Lázaro encaminados a buscarse los medios para subsistir. Sus picardías son raterías de poca monta, todas ellas dirigidas a procurarse el sustento.
En  cambio, algunos de los pícaros modernos son  hijos de padres respetables, no han sufrido explotación, ni hambres, ni privaciones. Más bien todo lo contrario: de poco o nada han carecido y han llevado una vida confortable y llena de comodidades. Debido a su origen son personas de letras, con empleo, con posibles, con oficio. Dada su situación social, estos pícaros de la modernidad actúan movidos por motivaciones bien diferentes a las de Lázaro. La musa que guía sus acciones no es el hambre, sino un afán desmesurado por obtener riquezas para atesorarlas: la codicia. Se valen de sutiles estratagemas para  obtener provecho engañando a los demás y, de esta manera, agasajar y contentar a su musa.
Ya hemos visto cómo Lázaro desde niño tiene que servir a muchos amos con los que no consigue quitarse el hambre de encima; algunos pícaros de ahora, aunque resulte paradójico por el rango que ocupan en la sociedad, también son servidores, aunque de amos bien distintos: el amo al que todos ellos sirven es el dinero, su auténtico dueño y señor, y que en forma de presente ofrendan a su musa, la codicia, para complacerla y aplacarla.

Continuará el próximo día 15