viernes, 24 de marzo de 2017

Europa, hija de Agenor y Telefasa



Título: Rapto de Europa
Autor: Tiziano
Fecha: 1559-62
Dimensiones: 185 X 205 cm
Material: Óleo
Estilo: Renacimiento




Título: Rapto de Europa
Autor: Rembrandt
Fecha: 1632
Dimensiones: 62,2 X 77 cm
Material: Óleo
Estilo: Barroco

A lo largo de los tiempos, muchos relatos mitológicos han sido llevados al lienzo. Tiziano, Rubens, Veronese, Rembrandt, Goya, Boucher, Moureau o Botero, entre otros, también lo hicieron con Europa[1], hija de los reyes de Tiro, a la que un día Zeus, transformado en un toro blanco, secuestró. Todos ellos captaron con sus pinceles el momento del rapto, pues, no en balde, las obras que abordan asuntos de este cariz suelen recoger el trance dramático en el cual las víctimas son objeto de la crueldad divina.De las numerosas pinturas que hacen referencia al rapto de Europa, me centraré en dos: una de Tiziano (1562) y otra de Rembrandt, fechada en el año 1632. Ambas captan la misma secuencia de la historia, es decir, cuando Zeus se adentra en el mar con la princesa subida en el lomo, quizá porque es el instante con mayor tensión dramática y, en consecuencia, el que tendrá mayor impacto emocional en todo aquel que en su día contemple la obra. Sin embargo, esta coincidencia no impide que la interpretación que ambos hacen de este asunto sea diferente.En primer lugar, tenemos la dispar dimensión de los lienzos, el óleo de Tiziano casi triplica las medidas del cuadro de Rembrandt, esta peculiaridad influirá en la composición de la obra pero, en modo alguno, condicionará el mérito o demérito del resultado.Tiziano sitúa al toro y a la joven en un primer plano en diagonal desplazado a la derecha. Ella va tendida de espaldas sobre el lomo del animal mirando hacia arriba, con una mano se agarra a un cuerno y con la otra agita al viento un velo anaranjado que imprime a la escena una sensación de movimiento. Viste una túnica clásica de color blanco que deja al descubierto parte de su cuerpo, esto junto al hecho de tener las piernas abiertas hace que su figura transmita una gran sensualidad. Asimismo, en su rostro queda reflejada la resistencia que ofrece al acto violento de que es víctima. Sus compañeras, situadas en un plano bastante distanciado, contemplan sorprendidas el rapto desde la orilla. Con esta lejana ubicación es como si el autor pretendiera que no se le reste protagonismo al personaje principal, cuya figura se agiganta con respecto a la de sus amigas, pues parece que solo están ahí para dar sentido la escena  representada. Las muchachas que aparecen en el cuadro de Rembrandt, tanto Europa como sus acompañantes, visten con recato indumentarias que se llevaban en la época en que se pintó el cuadro. Europa, sentada a jamugas, léase con las piernas descansando sobre el mismo costado del animal, se agarra al toro y, con la cabeza vuelta hacia atrás, mira asustada a sus compañeras que se han quedado atónitas en la orilla. Aunque el lance narrado es el mismo, la disposición de las figuras es distinta a la del cuadro de Tiziano, todas aparecen situadas a la misma distancia del observador. Europa y Zeus se ubican en la parte inferior izquierda del lienzo y a su derecha, separadas por un trozo de mar, las restantes acompañantes. Esta colocación hace que todas ellas tengan casi las mismas dimensiones, algo que no ocurre en el lienzo de Tiziano, donde la desproporción es muy acusada.En cuanto a la representación de seres fabulosos, ninguno aparece en el cuadro de Rembrandt, en cambio, en el de Tiziano, tres amorcillos dan un toque fantástico a la escena. Dos vuelan sobre Europa y la miran desde arriba, otro, cabalgando sobre un pez en el agua, lo hace desde abajo. Todos ellos, junto a las telas agitadas por el viento, imprimen al conjunto una sensación de movimiento y vida.En ambas pinturas hay un claro predominio del paisaje, más, si cabe, en el Rembrandt que en el Tiziano. Aunque los dos pintores comparten elementos figurativos, gracias al empleo de los colores y al magistral manejo de la luz crean atmósferas diferentes llenas de singular encanto. El italiano hace un uso limitado de los colores con un claro predominio de los ocres. Incluso parte del cielo participa también de este colorido, adaptándolo así al tono general dominante en el lienzo. Sobre un fondo en el que no se han trazado los detalles, una luz dorada envuelve toda la escena realzando los contrastes entre las zonas de luz y sombra.Rembrandt utiliza una gama cromática más variada (verdes, azules, amarillos, rojos…), sin embargo, lo que más resalta de este cuadro es el genial tratamiento que el autor da a la luz: baña con ella el tema central de la pintura para dirigir a él la atención del observador. Con un cielo nuboso, por un claro abierto entre las nubes, pasan los rayos del sol que funcionan como un foco que ilumina al toro, a Europa y a sus acompañantes. Con este tipo de iluminación jerarquiza a unos personajes sobre los otros y pone de manifiesto sus expresiones y gestos, creando al mismo tiempo un acentuado contraste entre luz y oscuridad.En la pintura del holandés los contornos de los elementos compositivos (figuras, ciudades, árboles, carro, caballos…)  están muy acentuados; en cambio, en el lienzo del italiano no existe tal remarcado, sino que se aprecia un claro predominio de la pintura sobre el dibujo, parece como si los perfiles hubiesen sido borrados por el pincel. Para concluir, solo me queda reseñar que ambos autores manifiestan en sus pinturas dos maneras diferentes de representar una misma historia. Mientras una irradia calidez sensual, la otra, en cambio, crea una atmósfera fascinante con su juego de luces y sombras. En definitiva, dos formas de entender y narrar un acontecimiento con genialidad y maestría.




[1] Europa era la bella hija de Agenor y Telefasa, reyes de Tiro. Un día Zeus la vio cuando estaba jugando con sus compañeras en la playa de Sidón, o de Tiro. Inflamado de amor por su belleza, se metamorfoseó en un toro blanco. Con esta forma, fue a tenderse a los pies de la doncella. Esta, asustada al principio, va cobrando ánimo, acariciando al animal y acaba por sentarse en su espalda. Enseguida, el toro se levanta y se lanza hacia el mar. A pesar de los gritos de Europa, que se aferra a sus cuernos, se adentra en las olas y se aleja de la orilla; de este modo llegan los dos a Creta. Europa dio tres hijos a Zeus, después la casó con el rey de Creta, Asterión, y como no tuvo hijos, adoptó a los de Zeus. A su muerte, Europa recibió honores divinos.