lunes, 12 de abril de 2010

Ofrenda


Esta es la página donde se cuentan las tribulaciones, peripecias y avatares vividos por un grupo de alumnos y su profesor cuando, cierta mañana primaveral, uno de ellos, acometido por un arrebatador impulso de fervor, elevó una generosa ofrenda a Eolo en lugar desacertado para oficiar, con el decoro y consideración debidos, tan ceremonioso ritual; pero dejemos los prolegómenos y conozcamos la devota proeza llevada a cabo por nuestro singular personaje.
Apenas eran diez los minutos consumidos de clase cuando, de improviso, una ensordecedora detonación irrumpió en el aula. Los presentes, atónitos, confundidos y atemorizados especulaban sobre la causa de tal estrépito. El profesor, quebrantado de ánimo, pero dominando con cierta entereza los cobardes impulsos que porfiadamente le incitaban a huir, logró averiguar que un alumno, incapaz de gobernar las violentas turbulencias que pugnaban por evadirse de su interior, había expelido una majestuosa y desgarradora ventosidad, acompañada de sonorísimo estruendo y de intensos efluvios que, sin tardanza, conquistaron hasta el último rincón del aula. En vista de lo cual, el profesor, con objeto de facilitar la salida del fluido arrojado, dispuso la inmediata apertura de puertas y ventanas, y, temiendo que los presentes fuesen víctimas de una nueva fumigación, dispuso la expulsión de tan principal ventoseador.