viernes, 17 de enero de 2014

¿Qué puedo vender?



Frecuento una parada de autobús situada junto a un semáforo. Mientras espero la llegada de la mole rodante, observo cómo un chico negro intenta vender pañuelos de papel a los conductores de los vehículos detenidos. La actitud de estos ante la oferta pañuelil es muy variopinta: subir el cristal, mirar para otro lado, hacer un leve gesto con la cabeza o la mano… Cuando se enciende la luz verde, se coloca en la acera a esperar que se ponga roja para comenzar de nuevo la faena.
Un día en uno de esos intervalos, mantuvimos una breve conversación y me vino a decir que si escasas eran las ventas, aún eran menores las ganancias, a pesar de estar casi doce horas diarias zigzagueando entre los automóviles.
Nada sorprendido por tal revelación, le pedí que me vendiese algunos pañuelos. Me miró extrañado y me contestó que a los amigos se les regalan las cosas, pero nunca se les vende nada. Entretanto llegó el autobús, algo desconcertado subí a él y, acomodado en el asiento, miré por la ventanilla y lo vi entre los coches ofreciendo a los conductores su invendible mercancía…