viernes, 30 de noviembre de 2012

Libre albedrío




En el lenguaje coloquial, son frecuentes expresiones tales como “hace lo que le da la gana”, “hizo lo que quiso”, etc., todas ellas orientadas a avalar el absoluto dominio que tenemos sobre las decisiones que tomamos. Sin embargo, no todo parece estar tan claro como creemos, pues existen experimentos recientes que indican todo lo contrario, al menos en la ejecución de actos motores sencillos. Veamos algunos de ellos…
En 1983, Benjamín Libet, reconocido neurólogo, y sus colegas de la Universidad de California en San Francisco realizaron un peculiar ensayo. Los participantes debían observar un reloj cuya manecilla daba una vuelta completa cada 2,56 segundos. Mientras estaban atentos a la manecilla, eran libres de flexionar la muñeca en el momento que quisieran. Lo único que debían hacer era tomar nota mentalmente de la posición de la manecilla cuando decidían mover la mano. Por su parte, Libet medía con electrodos la actividad eléctrica en las áreas motoras del cerebro –lo que se llama el potencial de alerta- y en los músculos implicados en el movimiento de la muñeca. Dicho de otro modo: podía determinar cuándo el cerebro mandaba la señal a los músculos para actuar y cuándo estos se ponían en marcha. Libet encontró, como era de esperar,  que el deseo de mover la mano aparecía antes de que el sujeto tuviera conciencia subjetiva de que había realizado el movimiento. Sin embargo, la sorpresa surgió cuando descubrió que la preparación nerviosa real para el movimiento, el potencial de alerta, aparecía medio segundo antes de que el sujeto decidiera conscientemente que quería mover la mano. Es decir, que la impresión subjetiva de realizar un acto voluntario es siempre posterior a la actividad cerebral que lleva a ese acto. Esta impresión subjetiva no es la causa de la acción voluntaria, sino una de sus consecuencias. Por eso, algunos autores han llegado a afirmar que: No hacemos lo que queremos, sino que queremos lo que hacemos.
Más recientemente, John-Dylan Haynes, neurocientífico alemán, ha realizado un experimento con un escáner cerebral el que los participantes tenían que decidir si pulsaban un botón situado a su  izquierda u otro colocado a su derecha. Registró su actividad cerebral y descubrió que podía predecir su decisión, si iban a pulsar el botón de la izquierda o de la derecha, siete segundos antes de que la hubieran tomado. No siete segundos antes de que pulsaran el botón, sino siete segundos antes incluso de que pensaran que habían decidido cuál iban a escoger. Al parecer, la actividad cerebral que conduce al movimiento "voluntario" es, en primer lugar inconsciente y solo muy posteriormente se hace consciente.
Si todos estos experimentos se confirman y, en un futuro, se verifican en la toma de decisiones complejas, la conclusión puede ser desastrosa para nuestro orgullo como seres humanos que nos creemos libres y, sobre todo, se plantea un serio problema porque el sistema de penalización de delitos está basado en la libertad del individuo para realizarlos.