sábado, 7 de febrero de 2009

El viento


Dicen algunos que Eolo habita en la islas Eolias, donde tiene encerrados los vientos en una profunda caverna. Suele sentarse sobre la montaña más alta y, desde allí, los gobierna con absoluto dominio: calma su furor, los inmoviliza o los pone en libertad. Allá donde nos encontremos, en montañas, valles, ríos, selvas, mares o desiertos, notamos su presencia, no existe paraje, por remoto o recóndito que sea, que no hayan conquistado. Ellos son la manifestación del temperamento de su señor: si está sosegado, los transforma en brisa; si tiene un arrebato pasajero, en ventolera; si irritado, en vendaval; si furioso, en huracán. A pesar de sus temibles accesos de cólera, Eolo casi siempre favorece al hombre: impulsa sus barcos para que cruce los mares, facilita la fecundación de las plantas para que más tarde recolecte los frutos, avienta sus parvas en las eras, mueve las aspas de sus molinos... Así es Eolo: unas veces, generoso; otras, despiadado.

1 comentario:

  1. Eolo en brisa, en las plantas, en los molinos...

    Feliz Semana Santa, Antorelo.

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