En un recodo de la vereda que se adentra por el olivar, un viejo cortijo en ruinas espera solitario el arribo de algún caminante. Conserva casi la totalidad de sus muros, pero las acometidas de la lluvia y el viento han derribado parte de la techumbre. Ante él me detengo, sus puertas abiertas me inducen a entrar y soy recibido en una gran estancia, donde una chimenea de campana y una escalera con peldaños desportillados rompen la monotonía del recinto. En sus paredes blancas, todavía azulea desteñida la cenefa que antaño las engalanó. Desde hace años, el silencio y el abandono ocupan el vacío que dejaron sus moradores. La vida ha huido de allí, pero intento hacerla regresar con ayuda de mi fantasía: hasta mí llegan imaginarias conversaciones de mujeres, voces de hombres, gritos de niños y risas de jóvenes; por un momento, la vida parece haber vuelto, pero solo me rodean viejas paredes cargadas de silencio.
Mientras me alejo, pienso en la gente que un día lo habitó: quiénes fueron, cómo vivieron, cuáles fueron sus ilusiones, sus amores, sus desengaños, sus fracasos, sus alegrías, sus pesares…Vuelvo la cabeza y distingo entre los olivos el blancor de sus muros, únicos testigos de las historias allí vividas y cuyos secretos guardarán siempre celosamente entre sus piedras.
Has descrito perfectamente lo que pienso cuando me encuentro alguna casa que están derribando y quedan vestigios de donde estuvieron cuadros o muebles y los azulejos desportillados nos señalan la cocina, el corazón de la casa me hago iguales preguntas que tú y me alejo del lugar con nostalgia y pena.
ResponderEliminarMe has recordado esta canción de Pedro Guerra.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=ZSQI2YiOMWo
Un abrazo.
Es una pena, la nostalgia que aparece tras una propiedad que se destruye pensando en la vida que un día albergo y donde las personas vivieron. Un abrazo.
ResponderEliminarAunque presumimos de amar nuestras raíces, las abandonamos con facilidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchos son los pueblos, no digo nada en lo referente a las cortijadas, abandonados por ir a unas ciudades inhóspitas, basta ver las inmediaciones de las grandes ciudades donde familias habitan "chozas" insalubres.
ResponderEliminarSaludos
A mí me pasa algo parecido con las casas abandonadas o derruidas.
ResponderEliminarPienso en toda la gente que las habitó.
En lo que disfrutaron, en lo que sufrieron...
Y ahora nada.
Y me entra un noséqué que me estrangula el alma.
Saludos.
Sí, cuando paso por un derribo y veo las señales de las escaleras, los viejos azulejos y los huecos de las alacenas hechos en los muros aún por tirar, no puedo evitar pensar en las generaciones de familias que pasaron por ellas.
ResponderEliminarEn la ciudades vuelven a construir, pero en el campo lo que cae ya no se levanta.
Un abrazo, amigo.
Si, los lugares guardan historias, secretos, las emociones humanas de los que un día las habitaron, y a veces, uno las siente aún vivas, como esperando ser oídas,,,
ResponderEliminarUn abrazo
Y seguro que cada uno de los habitentes de esa casa solitaria tiene un trocito de ella en su corazón que ni el timepo, ni las maquinas que la derrumben, ni nadie le podran quitar.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy en desacuerdo con Antonio pues mis abuelos abanonaron su casa a principios de 1900 y con todos sus hijos marcharon para Argentina tratando de buscar el bien para ellos. Pasaron 90 años y yo,su nieta,buscó y encontró aquella casa en medio de un campo con olivos y almendros. Todo lo que cuentas pasó por mi cabeza y mi padre con 92 años encontró sus raices en un rincon de Jaén.
ResponderEliminarSaludos
El tiempo y el abandono se comen los espacios que un día fueron habitados.
ResponderEliminarAhora es el silencio el dueño de esos lugares.
Para el visitante ocasional estas historias tienen un sabor agridulce.
Un saludo.
Es un buen lugar para detenerse a imaginar y crear.
ResponderEliminarCuánto no guardarán sus muros. Cuanto dolor y trabajo y, por qué no, sueños y alegrías. Vidas.
Abrazos
Esa spersonas siguen allí sonriendo, sufriendo, viviendo y muriendo entre sus muros. Estoy absolutamente segura de que algo de nosotros queda en los lugares en los que hemos vivido aun después de nuestro viaje eterno.
ResponderEliminarUn saludo
Me encantan los cortijos, de niña pasé mis veranos en uno de ellos, ahora sigue vivo, pero desgraciadamente las personas que me acompañaron no están allí, si las paredes blancas y un camino bordeado por olivos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Has realizado una descripción excepcional y transmitido de maravilla lo que fue y queda del "cortijo".
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta "nostálgica" entrada.
Un abrazo.
Ramón
Es verdad, cuántas cosas podrían contar las ruinas de esa casa abandonada. La imaginación ve días de felicidad y penas, con sus risas y sus llantos.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Un abrazo.
Muy buen relato. Como apasionada de la historia, comprendo y comparto esas sensaciones que tan bien ha logrado transmitirnos.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Si alguna vez tus sueños se derrumban,
busca un poco de luz en tu ventana…
Prométete a ti mism@ un arco iris,
y vuelve a comenzar, cada mañana...
El día 8 de marzo (que debían de ser todos)
está dedicado a todas las mujeres,
que con su manto de amor, trabajo y comprensión
cubren la tierra de fértiles espigas,
salpicadas por el rocío de la noche
y besadas por el aterciopelado sol del amanecer…
¡¡Con delicada ternura
feliz día para todas las mujeres!!
Atte.
María del Carmen
Las casas modernas han perdido esa capacidad de captar el alma de sus moradores, de respirar su mismo aire, de reír sus mismas risas, de ser parte de sus vidas.
ResponderEliminarMuy bonito, Antorelo.
Un fuerte abrazo.
HD
No me gustan las casas vacías.
ResponderEliminarun beso
En las casas siempre se conserva la energía de quien allí vivió, y amo, lloro y siempre soñó.
ResponderEliminarLas casa son el baúl donde se guardan las almas de sus moradores, a mi me gusta visitar casa viejas, tocar sus paredes, y sentir la vida.
Una hermosa entrada. Un abrazo.
Totalmente de acuerdo, en esas casas donde antes se sentía juventud, vida, salud, siempre quedará el recuerdo de muchas vivencias.... besitos Antorelo y mil gracias por tus comentarios en el faro :* muááá
ResponderEliminarhe disfrutado tu texto Si casi pude percibir tus sentimientos
ResponderEliminareres un gran escritor
besossssssssssssssss
Esos silencios. El tiempo no puede con ellos, no?
ResponderEliminarSaludos, mi admirado Antorelo.
Es cierto, que impresiona y da mucha pena, observar cómo se van cayendo la piedras de las casas de nuestros pueblos. Todo ha cambiado, menos el canto de los pájaros, el ruido de los árboles y del riachuelo, si es que existe, el olor del campo etc., son los mismo sonidos de cuando uno era pequeño.
ResponderEliminarSaludos
Y llegas en silencio, ocultando tu nombre y juegas al pilla pilla, sin nunca llegar a pillarme. Y en el fondo yo...
ResponderEliminarNo hay como dejar volar la imaginación para revivir esos momentos que guardamos en nuestro interior y que solo nosotros conocemos y disfrutamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Antorelo, que bueno que me echaste de menos jajaja. Es verdad ando muy floja, casi no paseo por los blogues ni mismo por los mios. Esta cosa del facebook me toma casi todo el tiempo. Te pregunté el otro dia si tu estabas en el face, pero no me contestaste.
ResponderEliminarEmpezé a leer este texto y empecé a sonreir porque no sabes como me gustan las casas viejas, yo les llamo casas con alma. Si uno tiene buen oído, en el silencio se consiguen oir las risas de los niños, los llantos de algunos adultos, los gritos de la abuela llamando a los nietos para entraren a comer la merienda con mermelada recien hecha... Nuestra imaginación nos lleva hace muchos muchos años y son las viejas paredes que nos transmiten todas esas memórias. Yo tengo un cuento que lo escribi hace tiempo que te lo dejo aqui para que cuando puedas lo leas http://meustextosesentimentos.blogspot.pt/2012/09/la-casa-vieja.html
Feliz domingo, besitos!
Flor
No encuentro. Intenta tu https://www.facebook.com/florquidea
ResponderEliminarNo sé si ya intentaste y no conseguiste, es que yo tenia el acceso prohibido. Ahora ya puedes.
ResponderEliminarComo decía mi abuela: ¡ay si las paredes hablaran!; pero mejor no porque así se deja volar mejor la imaginación la tuya lo ha hecho y mira que buen resultado
ResponderEliminarMira ya he vuelto, no con la asiduidad que me gustaría pero aquí estoy otra vez para disfrutar de tu compañía virtual caballero
Te dejo muchos besitos por si me retraso de nuevo
¡¡Que hermoso relato Antorelo!1
ResponderEliminarMe sucede igual cuando paso por alguna vieja casa abandonada y como lo relatas en tu texto, hasta las voces de antaño parecen jugar con nuestra imaginación y regresan a hacernos compañía.
Me encantó.
mariarosa
El aire frío continúa
ResponderEliminarA mi también me sucede lo mismo
ResponderEliminarcuando paso ante alguna casa antigua
deshabitada en ruinas,
imagino historias de la gente que la habitó.
Lo has recordado? ainssssssssss
ResponderEliminarPienso que a la mayoria de las personas, nos sucede lo mismo cuando visitamos viejos lugares abandonados, o edificios y monumentos de otras épocas,al menos a mi me sucede se empieza a desbordar mi imaginación. Precioso , precioso , precioso (repito esta palabra porque quiero, no es fallo de mis dedos) lo escribes de una forma que por un momento pienso que soy yo la que está ahi.
ResponderEliminarUn abrazo Antorelo!!