sábado, 21 de diciembre de 2013

¿A quién felicitar?


                                                                                                              Foto: Antorelo


Una de las acepciones del vocablo felicitar significa manifestar a alguien la satisfacción que se experimenta con motivo de algún suceso fausto para él.
En los tiempos que corren, escasos son los acreedores de tal felicitación, porque poco o nada hay que festejar. Ni parados, ni aspirantes a serlo, ni pensionistas, ni jóvenes sin expectativas laborales, ni empleados con sueldos mezquinos tienen sucesos faustos que celebrar.
Entonces, cabe preguntarse: ¿quiénes viven acontecimientos dignos de ser conmemorados y ser felicitados? Mercados, banca, políticos (sálvese quien pueda), empresas energéticas y no energéticas podrían ser algunos de los afortunados y, por consiguiente, destinatarios de tal felicitación, pero no la necesitan porque la reciben convertida de ganancias y prebendas.
A mí, solo me queda desear a todos los que han acercado a este blog (en crisis desde agosto de 2013) que el nuevo año sea nuevo de verdad y no una copia del que ahora se marcha, aunque eso ya es otro cantar…


  • La flor que aparece en la foto se llama Trachelium caeruleum. Suele encontrarse en roquedales sombríos. En uno de ellos la encontré y tomé la fotografía.















 
 
 
 
 
 
 



sábado, 31 de agosto de 2013

El comensal



Días pasados, mientras almorzaba en un restaurante, en una mesa cercana un solitario personaje se disponía a quebrantar el descanso del cubierto que delante tenía. Con esa intención, pidió un plato cuyo nombre era una amalgama de sustantivos, adjetivos y preposiciones: tan complejo y prolongado era, que su cabal significado –creo- solo quedaba reservado a personas versadas en la moderna terminología gastronómica.
Poco tiempo había transcurrido cuando, nuestro protagonista, llamó al camarero y se interesó por la naturaleza de alguno de los componentes del plato servido, como este tampoco era sabedor de todos los secretos que ocultaba tan complejo nombre, acudió al cocinero con la intención de documentarse. Al volver, resolvió con soltura aquel galimatías que daba nombre al supuesto manjar, tarea a la que se aplicó durante más de diez minutos.
Aún no se había repuesto el camarero de su brillante exposición, cuando de nuevo fue requerido para que trajese una botella de agua, motivo este, que dio lugar a un nuevo coloquio sobre si los envases idóneos deben ser oscuros, que si botellas de plástico o cristal, que si agua natural o mineral, etc.
Hacía ya rato que cuchillo y tenedor habían recuperado el reposo, cuando el buen hombre pidió la carta de postres. Acudió otro camarero que, haciendo gala de una sólida formación reposteril, asesoró con autoridad y, al parecer, acierto a nuestro protagonista.
Muy complacido debió quedar el anciano cuando dejó una cuantiosa e inusual propina de casi cincuenta euros. Entonces comprendí cabalmente lo ocurrido: no solo había ido a comer, sino también a degustar unos momentos de conversación; y ahora trataba de recompensar la generosa ración de palabras que había consumido.
Apuré el café, pagué la cuenta, dejé una minúscula propina y salí del restaurante.
 
Reposición

lunes, 22 de julio de 2013

Cuentos con niño



Cuando se elige un libro para ser leído, varios son los factores que intervienen en la decisión (perfil del lector, naturaleza de la obra…), por ese motivo, recomendar una lectura supone un cometido bastante arriesgado, porque siempre existe la duda de si vamos a encontrar al lector adecuado.
Sin embargo, a pesar de estas consideraciones y porque la obra creo que lo merece,  me atrevo hoy a proponer la lectura de Cuentos con niño, libro escrito por José Antonio Ramos, un profesor de Lengua y Literatura. Está publicado en Bubok y se puede descargar de forma GRATUITA en el enlace siguiente:
 

Mi recomendado cobija en sus páginas diecisiete relatos en los que niños y adolescentes desempeñan un papel destacado en los acontecimientos narrados. En ellos se relatan situaciones cotidianas que no resultan ajenas al lector; en ocasiones, se tiene la sensación haber sido testigo de alguna de ellas, lo que supone una mayor complicidad del lector con la historia contada. El autor, con un lenguaje directo, preciso, riguroso, ameno y, a veces, aderezado con una generosa dosis de ironía y humor, da vida a una galería de personajes que con su acción van conformando la variada trama de los cuentos narrados. No quiero terminar sin antes hacer una referencia a las ilustraciones que acompañan al texto: dan la impresión de haber sido dibujadas por un personaje del libro o, al menos, a mí me lo parece.
Espero haber acertado con mi propuesta; si así fue, mucho mejor…

 

jueves, 27 de junio de 2013

Divagaciones sobre el proceso investigador



Comenzaré estas divagaciones hablando del encargado de la tarea investigadora, es decir, del investigador. Ciertas cualidades deben adornar al personaje, sin las cuales difícil sería llevar a buen fin su misión. A la vista de los resultados alcanzados en sus trabajos, deduzco que, en mayor o menor medida, en todos los investigadores quedan acreditadas ciertas aptitudes que, entre otras muchas, estas podrían ser algunas: inteligencia destacada, elevada capacidad de observación y análisis, perseverancia, organización y metodologías en el trabajo, dominio de la materia, conocimiento y habilidad en el manejo de  las técnicas investigadoras, no sucumbir al desánimo… Otras, en cambio, se las presupongo, como, por ejemplo, honestidad con los resultados de la investigación, capacidad de autocrítica para reconocer y corregir los errores, no considerarse poseedores de verdades absolutas, resignación, si llegase el caso, a que otros obtengan pingües beneficios con el resultado de sus trabajos, etc. Obviaré, sin embargo, aquellas otras características (prefiero que sea el lector el que las ponga en este lugar) inherentes a la condición humana y, por desgracia, presentes en cualquier actividad desarrollada por el hombre.
El objetivo de la investigación viene determinado, en gran medida, por el momento histórico que le ha tocado vivir al investigador y por aquel cúmulo de circunstancias que lo rodean. La casuística podría ser tan amplia casi como investigaciones se han hecho. Como se ha visto a lo largo del tiempo, a veces,  la buena suerte ha contribuido de forma notoria a que una investigación llegue a buen fin, otras, por el contrario, su ausencia ha propiciado que el objetivo propuesto no se cumpla. Ocurre en algunas ocasiones que hipótesis, teóricamente bien formuladas, no se pudieron confirmar en su momento porque entonces se carecía de tecnología competente para su verificación.
La experiencia nos muestra que el factor económico está íntimamente asociado a cualquier actividad humana y, por supuesto, la investigación no queda al margen de tal evidencia. Aquellas investigaciones cuyos resultados no sean inminentes y, en consecuencia, su rentabilidad sea dudosa o más tardía, prosperarán con más dificultad. Sirva como ejemplo lo que ocurre con aquellas dirigidas a descubrir medicamentos contra  enfermedades poco comunes: el interés por ellas será escaso, puesto que se obtienen pocas ganancias, dada la muy limitada difusión y comercialización del fármaco que se pueda conseguir. Sin embargo, encontramos múltiples medicamentos para controlar la hipertensión, el colesterol, la diabetes, etc. para ser consumidos por ciudadanos que los pueden pagar por vivir en sociedades desarrolladas. Pero en el diseño de tales estrategias, poco o nada tiene que ver el investigador.
 Por otro lado, también quisiera señalar que en teoría, solo en teoría,  los poderes públicos, sean del signo que sean, están de acuerdo en destacar la importancia de la investigación y así lo proclaman, pero entiendo que no le prestan suficiente atención a tal menester.
Podríamos seguir con otras divagaciones, pero mejor detengámoslas aquí…

martes, 21 de mayo de 2013

Carteles

                                                                                              

 

A veces, mientras deambulamos por las calles de nuestros pueblos o ciudades, nos encontramos con una placa que, fijada en la fachada de alguna casa, anuncia que allí nació, vivió o murió algún personaje relevante (artista, escritor, deportista…). En estos recordatorios solo se hace referencia a esas tres propiedades inherentes a todo ser vivo, pues el decoro impide que otras, por muy vitales que resulten para nuestra supervivencia, salten a la cartelería fachaderil, aunque el caso que hoy nos ocupa constituya un quebranto a esta regla.
La experiencia nos demuestra que cuando los fluidos encerrados luchan enconadamente por escapar, ponen en serios aprietos al carcelero que impide su fuga. En ocasiones, es tal la virulencia de su embestida que someten al guardián y, una vez reducido, de inmediato le obligan a ponerlos en libertad. Entonces, la evasión se produce con total impunidad en lugares, a veces, nada propicios para resolver tal negocio.
Si es verdad lo que anuncia el cartel, en grande apretura debió verse el maestro para arrimarse al rincón y ejecutar la faena que en la pared se escribió; eso sí, con total desapego a las reglas ortográficas de acentuación.




*Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, más conocido como Manolete (Córdoba 1917- Linares, 1947), fue uno de los grandes toreros de España en la década de 1940. Su muerte, en la plaza de toros de Linares (Jaén), lo convirtió en un mito.

martes, 23 de abril de 2013

El aciano


   Una tarde de esta incipiente primavera, mientras paseaba por un camino lindero a un trigal, distinguí, entre un grupo de amapolas, una florecilla azul que ponía un punto de contraste entre el rojo de la amapolería y el fondo verde del pegujal. El aciano (Centaurea cyanus), que así se llama, además de titular el presente escrito, da nombre a un color: el azul aciano, que envuelve esta flor con un tono azul metálico no exento de singularidad y refinamiento.
La presencia de su agraciada figura en blasón, moneda o pieza de orfebrería realzaría no poco su belleza. No en vano, Annette, personaje de una novela de Guy de Maupassant, cuando su enamorado le pide que elija una flor para que, con su apariencia, un orfebre le diseñe una joya, escoge el aciano como modelo.

Reposición

lunes, 18 de marzo de 2013

Ética y legalidad




Hoy, comenzaré estas notas explicando el significado del par de vocablos que aparecen en el título: aplícase el término ético al que es recto, justo, severo e intachable en su conducta; y entiéndese por legal aquello que está prescrito por la ley y conforme a ella. Permítaseme  tal puntualización porque con harta frecuencia se suele identificar, con o sin intención, lo expresado por ambos términos. Veamos un ejemplo:
Cuando a los administradores de caudales ajenos, sean públicos o privados, se les descubre alguna tropelía, de inmediato argumentan la legalidad de aquello que se les achaca y, en algunas ocasiones, así es, aunque tal conducta reciba el rechazo y reprobación de la ciudadanía. Viene este hecho a confirmar que, con cierta frecuencia, lo legal establece las fronteras de lo ético, cuando debería ser justo al contrario: es la ética la que siempre debería fijar los límites de lo legal. Sin embargo, esta vieja controversia, cuyo planteamiento se pierde en la lejanía del tiempo, las sociedades aún no la han sabido o querido resolver…

jueves, 14 de febrero de 2013

Lugares




Una mañana más gris que soleada, mientras guío el coche por las sinuosas carreteras de las Sierras Subbéticas entre  los pintorescos paisajes que agasajan la vista del viajero, quedo impresionado por la visión de una imponente fortaleza que, dominadora y desafiante, se yergue en la lejanía. Junto a ella, como si buscase el amparo de sus muros, se guarece el pueblo jienense de Alcalá la Real. Parece que sus casas han escapado del fortín para establecerse primero sobre la ladera del monte que sustenta a tan majestuosa edificación y, más tarde, han avanzado hasta alcanzar la llanura, donde se aposentan y configuran un espléndido entramado de calles, plazas y jardines jalonado de centenarios y nobles edificios que aportan al conjunto un especial atractivo. El abrumador encanto del lugar invita al forastero a perderse por la urdimbre de sus calles.





Foto tomada de la red

jueves, 17 de enero de 2013

El refrigerador




Las pagas que el Estado abona a los que no son políticos, léase pensionistas y funcionarios, han sido alojadas en flamantes refrigeradores de gran poder enfriatorio. Se ha adoptado tal disposición no vaya a ser que, a temperatura ambiente, se rompa la cadena de frío y se incremente su valor pecuniario. Al mismo tiempo, los sueldos, dietas y demás prebendas que disfrutan los políticos han sido acomodados  en confortables recintos calefactados, muy lejos de los gélidos vientos huracanados que nos azotan y que tantos sueldos están aniquilando con su implacable fuerza destructora.