viernes, 22 de noviembre de 2019

Pinceladas



Doce vibrantes campanadas se descuelgan de la vieja torre rompiendo la quietud de la noche. Una luna tímida porfía por asomarse entre las nubes sin conseguirlo. Recios goterones golpean los cristales de mi ventana. Ráfagas de viento se llevan hojas de los árboles y, tras un efímero vuelo, caen esparcidas por el suelo. Bajo la luz incierta de las farolas, resplandece mojada la calle.
Un gato aprovecha que la lluvia se ha ido y atraviesa sigiloso el tejado de la casa de enfrente. A lo lejos se oye el ladrido lastimero de un perro. Un hombre cruza presuroso la plaza perseguido por el eco de sus pisadas.
De nuevo regresa la calma: nada de oye, nada se mueve. El silencio se adueña de las calles de este pueblo blanco, que dormita recostado en las faldas de una sierra seductora y sorprendente.