domingo, 25 de noviembre de 2018

Yubito







La palabra Yubito bien podría servir para nombrar a algunos de los variopintos animales que en estos tiempos son adoptados como mascotas. Sin embargo, no es bautizar gatos, ardillas, lagartos o loros la misión encomendada a este vocablo en el presente escrito, sino otra bien distinta. Veamos, pues, cuál es la tarea que le ha sido confiada.
Hace unos días, mientras aguardaba mi turno para ser atendido en una oficina bancaria, una señora también esperaba con un niño pequeño sentado en un carrito. El chiquillo reclamaba una y otra vez que le diesen a Yubito, pero como la madre desatendía su demanda, este, haciendo alarde de una prodigiosa garganta, comenzó a chillar, berrear, gruñir, aullar y, por momentos, creo que incluso llegó a barritar. Algo sorprendido por tan inesperado como estruendoso concierto, intrigado pregunté a la señora por tal deseado personaje. Algo desconcertada, me contestó que Yubito era el móvil, que así lo llamaba el niño porque ella se lo daba con frecuencia para entretenerlo viendo vídeos en Youtube, pero que se negaba a entregárselo porque en el último mes le había roto tres pantallas. Ante argumento tan "rompedizo", nada supe o quise objetar.
Entretanto, continuaba el recital al que se iban incorporando nuevas voces del elenco faunístico. El publico, mientras soportaba resignado la ampliación del repertorio, centraba su atención en el concertista y se preguntaba con desesperanza cuándo sería ejecutada la última pieza. La madre, percatada de la situación y arriesgándose a tener que comprar una nueva pantalla, con más bochorno que convencimiento, por fin entregó a Yubito, para gran regocijo del artista y no menos alivio del auditorio.