Una mañana más gris que soleada,
mientras guío el coche por las sinuosas carreteras de las Sierras Subbéticas
entre los pintorescos paisajes que agasajan la vista del viajero, quedo
impresionado por la visión de una imponente fortaleza que, dominadora y desafiante,
se yergue en la lejanía. Junto a ella, como si buscase el amparo de sus muros,
se guarece el pueblo jienense de Alcalá la Real. Parece que sus casas han
escapado del fortín para establecerse primero sobre la ladera del monte que
sustenta a tan majestuosa edificación y, más tarde, han avanzado hasta alcanzar
la llanura, donde se aposentan y configuran un espléndido entramado de calles,
plazas y jardines jalonado de centenarios y nobles edificios que aportan al
conjunto un especial atractivo. El abrumador encanto del lugar invita al
forastero a perderse por la urdimbre de sus calles.
Foto tomada de la red